Nardo puro: Junto al fuego, una comunidad

Con ánimo reflexivo y celebrativo, el Equipo de acompañamiento y animación de la Espiritualidad de la Provincia concretó su primer Encuentro presencial en la Villa Marista de Luján entre los días 1 y 3 de marzo para volver a pasar por el corazón todo el itinerario recorrido, abrirse a nuevos aprendizajes experienciales y proyectar las expectativas de logros del año en curso.

Participaron del Encuentro el Hno. Horacio Magaldi (Rosario), Marita Hermo (CABA) y Mónica Linares (Córdoba) quienes animaron el espacio y, además, los y las integrantes de la Comunidad Nardo Puro, Viviana Mele, Bibiana Nóbile  y Gerardo Accastello (CABA), Paola Bertoldi y el Hno. Pablo Rifarachi (Rosario),  Adriana Gregores (Uruguay)  y Elsa Cano (Paraguay).

La pequeña comunidad reflexionó sobre lo que supone y significa vivir la espiritualidad en contextos de vida amenazada; visualizando las luces encendidas incluso allí donde se despliegan los escenarios de sombra… y se preguntó por las actitudes que nos abren a la trascendencia en estos mismos contextos.

Se destacó la importancia de repensar dónde está Dios en la narración de nuestras vidas, en nuestra historia, de desarmar la “cultura del no” que tanto se reproduce y de descubrir y reconocer en el entorno valores, cualidades, posibilidades…  (¡los sí! que la vida ofrece). También subrayaron el compartir lo que somos, lo que tenemos,  las búsquedas y hallazgos en los propios “pozos” y el animarse a recorrer procesos de sanación que nos restauran. Apreciaron el bien que encierra integrarse con los pares experimentando la horizontalidad, practicar la escucha activa en recíproca relación de libertad,  disfrutar del arte y tomar contacto con la naturaleza admirando su belleza.

Complementando este proceso reflexivo,  se leyó un texto de P. Simón Pedro Arnold ―La era de la mariposa. Nuevos paradigmas y Espiritualidad― que invita a pensar la conversión a partir de una mirada crítica a nuestras prácticas y creencias para revivirnos como “parábola del Reino” rompiendo con el continuismo y disponiéndonos a la eclosión del mundo nuevo según el Evangelio.  

La segunda jornada les permitió experimentar el rasgo «comunitario» de la Espiritualidad Marista a través de rituales que conectan con la vida, con la oración y la solidaridad, espacios  en los que se comparte la Palabra y se profundiza una espiritualidad que integra el lenguaje corporal y las expresiones artísticas.  El Hno. Horacio animó un ejercicio de Bibliodrama sobre Juan 2, 13-25 (Jesús expulsa a los comerciantes del Templo) y todos los participantes pudieron aportar desde los propios talentos para que en el encuentro no faltaran la música, las danzas circulares, la plástica, la oración, el Evangelio y el compartir con sencillez y humildad los sueños y las esperanzas para este año.

Establecieron también entre todos, «caminando juntos», las expectativas de logro para este 2024 ―1.Clarificar la configuración del espacio definiéndolo como un Equipo «de acompañamiento y animación». 2. Trabajar en sinergia con los diferentes equipos del Área de Vocación y con los referentes de cada obra como fruto del Trayecto Formativo del Camino de Emaús. 3. Organizar cuatro Encuentros de Espiritualidad con educadores/as de la Provincia: uno en Paraguay (mayo), otro en Uruguay (mayo), otro en Luján (junio) y otro en Jujuy (a confirmar) y 4. Ofrecer un “menú a la carta” (a medida de las necesidades de las obras que nos convoquen) a nivel zonal. 

Con el cierre, emotivo y agradecido, se selló el compromiso del cuidado recíproco entendiendo en clave sinodal la tarea: que cada una y cada uno ofrezca sus dones y que la responsabilidad se reparta y comparta apostando a la construcción colectiva, aunque los procesos sean más lentos.  El Hno Horacio Magaldi regaló una bella palabra para el final del encuentro: “dayenú” cuya traducción sería aproximadamente: “nos habría bastado…” he hizo referencia al espacio de este primer encuentro presencial como un tiempo de abundancia en dones compartidos. 

La celebración eucarística en la capilla anexa a la Villa, junto a las hermanas del Carmelo, puso fin a tres jornadas intensas, profundas y felices. Y fue también envío y acción de gracias.

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