El Hermano Henri Vergès fue asesinado en Argel, capital de Argelia, tierra africana de misión. El odio interreligioso apagó su existencia consagrada a la comunión y al respeto de las diferencias. Es uno de nuestros 19 «Mártires de Argelia» y una llama siempre encendida que nos anima a seguir construyendo fraternidad.
Henri Vergès llevaba 25 años de misión en Argelia, un destino que aceptó gozoso y para el que se preparó estudiando árabe profusamente. Había ejercido como Director y Profesor de Matemáticas en dos escuelas de la ciudad y desde 1988 hasta 1994 tuvo a su cargo, en la calle Ben Vhened del barrio de la Casbah, una biblioteca que frecuentaban más de mil jóvenes, mujeres y hombres. La biblioteca donde fue asesinado el mediodía del 8 de mayo de 1994, a los 64 años, junto a la Hermana Paul-Hélène.
La Iglesia lo proclamó Beato en el grupo de los 19 «Mártires de Argelia» el 8 de diciembre de 2018. En el acto, el Papa Francisco, dirigiéndose a las autoridades y al pueblo argelino, subrayó: “Con la beatificación de nuestros diecinueve hermanos y hermanas, la Iglesia quiere testimoniar su deseo de continuar trabajando por el diálogo, la concordia y la amistad. Creemos que este evento sin precedentes en vuestro país dibujará en el cielo argelino un gran signo de fraternidad destinado al mundo entero”.
La plaza cercana al Santuario argelino de Notre-Dame de Santa-Cruz, donde fue beatificado, recibió el nombre de Explanada de Convivencia en Paz queriendo sellar de alguna manera, con la sangre de estos mártires, un nuevo tiempo para la humanidad.
Uno de los amigos musulmanes de Henri, y también un empleado de la escuela en la que fue director, coincidieron al describir a este pequeño gran marista como “un unificador de personas” que hizo caso omiso de las amenazas de las que eran objeto y se mantuvo fiel a su vocación.
El 4 de febrero de 1994, apenas unas semanas antes de su muerte, Henri escribió: “En nuestras relaciones cotidianas, pongámonos abiertamente del lado del amor, del perdón, de la comunión contra el odio, la venganza, la violencia”, ofreciéndonos sin saberlo, junto a su vida consagrada, uno de sus mejores legados.