A 100 años de su nacimiento, la vida del Hno. Basilio Rueda, nos ilumina con su ejemplo. El don de su santidad, cuyo reconocimiento y canonización progresa actualmente en la Iglesia, lo llevó a emprender estrategias valientes para superar las crisis de la vida religiosa que, como Superior General, debió afrontar. Además, se adaptó a los signos de los tiempos en un momento de gran dificultad, promoviendo profundas renovaciones.
Superior General de la Congregación durante 18 años, el Hno. Basilio escribió mucho sobre la vida religiosa, la tradición marista, la tarea apostólica, el amor a María, dirigió retiros y cursillos de renovación y orientó a bastantes Hermanos en su vida espiritual. Sometió a una profunda revisión las Constituciones, emprendió procesos de análisis de la realidad, abrió debates sobre la misión y las obras maristas, y propuso una búsqueda de otras presencias y de otras actividades educativas.
Sus virtudes ―saber adivinar, saber acoger, escuchar, comprender, entregarse sin cálculo, ser amigo cercano, compartir las grandes alegrías de sus hermanas y hermanos y hacerse eco de sus necesidades abrazando con amor verdadero a su familia congregacional y a la Iglesia, a la que se propuso servir con toda la fuerza de su corazón marista― trazaron el camino de una santidad que nos mueve a contemplar nuestra propia vocación y misión a la luz de su ejemplo.
A propósito de cumplirse 100 años de su nacimiento, el hecho de que la celebración de su memoria nos encuentre en este presente desafiante y cargado de gracia es portador para nosotros de un mensaje concreto: él definió el tiempo que le tocó vivir (la gran transformación del Concilio Vaticano II y los signos de una modernidad en despliegue) como “un momento de misión y alumbramiento”, dos conceptos que resuenan hoy muy especialmente en nuestra historia como Provincia y como Familia.
“Queda al juicio de las personas el opinar si lo que está sucediendo viene a ser, al fin y al cabo, algo inevitable que hay que aceptar como mal menor ―parece decirnos también hoy el Hno. Basilio en una de sus atesoradas Cartas Circulares a propósito de aquella tumultuosa época―o bien se trata de algo positivo y deseable pese a las impurezas que lo acompañan… Por eso me ha parecido que el término misión es incompleto y que debía ser completado con el de alumbramiento…. Yo encuentro expresivo el vocablo, sobre todo por lo que tiene de dilema: cuando se está en trance de dar a luz, o se da a luz o se muere”.
Desde aquella clara percepción de época, y mientras animaba con singular talento, sencillez y empeño el sueño de Champagnat en su contexto, el Hno. Basilio Rueda Guzmán nos recuerda que también nosotros estamos llamados a ser hoy levadura y sacramento “pariendo” a Dios en nuestras instituciones, estructuras, vínculos y proyectos.
Caminaremos juntos el sendero que nos lleva a su gran Fiesta conociendo pormenores de sus enseñanzas y adentrándonos en su existencia con la gratitud del don que significa su santidad para los maristas y para toda la Iglesia.