En el marco del Plan Estratégico del Consejo General, que tiene como meta la promoción de un liderazgo de servicio abierto y capacitado para responder a las realidades emergentes de nuestro Instituto y del mundo, el Hno. Gregorio Linacero, colaborador del Vicario General en la gestión del Plan Estratégico y asistente del Economato General, ofreció una valiosa exposición sobre “Liderazgo Marista y Perspectivas de futuro” en la Casa Provincial de Cruz del Sur.
El “Hno. Goyo”, como familiarmente se lo conoce, compartió con los líderes que trabajan en las áreas estratégicas de desarrollo de la misión ―Hermanos, Coordinadoras, Coordinadores, Animadoras y Animadores de las distintas áreas y equipos de la Provincia― los rasgos que construyen el Liderazgo Servicial y Profético al que los Maristas somos llamados hoy para servir más y mejor a los NNAyJ profundizando en el cambio del paradigma, del espíritu y de las prácticas que supone.
“Tradicionalmente los Hermanos éramos un poco el motor de la vida marista, los que decidíamos y decíamos lo que se hacía y lo que no ―comenzó explicando el Hno. Goyo―. Pero ese escenario se fue y no va a volver. Bienvenidos a los nuevos tiempos en los que ustedes, laicos y laicas, son los que tienen que hacer realidad esta misión.”
“Nuestro carisma ―agregó― es un don del Espíritu entregado a la Iglesia y al Instituto, un asunto de fe. Por eso nos movemos en una dimensión mucho más profunda que servir hamburguesas y obtener unos beneficios de esas ventas. En este contexto es importantísima la pasión por nuestra identidad; que estemos convencidos de quiénes somos y por quién lo hacemos y nos empoderemos en ello. De ese modo, no va a haber mayores dificultades para comprender, asumir y realizar el estilo de nuestro liderazgo. La clave para nosotros está en la escena evangélica del lavatorio de los pies (Juan 13, 5-17).”
A continuación, el Hno. Linacero describió profusamente el perfil de ese líder servicial, profético y cualificado que agrega valor a los modelos contemporáneos ayudando a otros a crecer, promoviendo lo mejor de sus entornos, gestionando el trabajo más que dirigiendo personas o haciendo ostentación de poder, tendiendo puentes en lugar de levantar muros y trabajando en equipo con un objetivo común. Y subrayó que este liderazgo es un proceso consciente. Supone un conjunto de acciones que se entrenan, se practican y son responsabilidad de todos ―escucha activa, humildad, empatía, sanación, compromiso, formación, conciencia plena, persuasión, contextualización y percepción de futuro, gestión positiva de los recursos y comunicación clara entre otras― para crear un mundo más justo y solidario.
Al compartir el trabajo del Instituto por inspirar este liderazgo transversal a los roles, a la pedagogía y a los ambientes a nivel global, el Hno. Goyo refirió al Padre Champagnat ―un líder servicial, profético y querido que supo conducir fraternalmente y comunicar a tantos hermanos la pasión de su vocación― y a otros líderes como Francisco y tantos santos y mártires, de nuestra región y del mundo, que entregaron literalmente sus vidas a causa de su opción por los más desvaforecidos, por la justicia compasiva y por la paz.
“No traicionemos el espíritu del padre fundador ―concluyó―. Lo nuestro es el aprendizaje continuo y la dignidad de la persona por encima de todo. De todo. Hagámoslo como lo que somos: una Familia Carismática Global. En un mundo cambiante, con falta de certezas y de claridad, cargado de fragilidad, ansiedad e impredecibilidad, procuremos responder audazmente a las necesidades emergentes. Seamos, a ejemplo de Marcelino, las manos y el rostro de la tierna misericordia de Dios. Los felicito por lo que ya han hecho y hacen en este sentido y los invito, en nombre del Instituto, a continuar creciendo en este estilo profético de liderazgo servicial.”
Por último, el Hno.Goyo nos invitó a transitar la profecía, a imaginar el Instituto del mañana y a sembrar hoy su futuro con visión estratégica, compromisos concretos y Esperanza escuchando el mensaje potente que viene de nuestros orígenes: Querer a los niños, las niñas, adolescentes y jóvenes que nos son confiados, y quererlos a todos por igual.