
La Fundación Marista Internacional de Solidaridad (FMSI) celebró, el 24 de octubre, 18 años de trabajo incansable por la promoción de los Derechos de la Infancia en todo el mundo.
Desde 2007, FMSI ha apoyado innumerables iniciativas destinadas a construir un mundo más justo y solidario, donde todos los niños y niñas puedan crecer, aprender y soñar, a través de la educación, la defensa de sus derechos y la solidaridad.
Hace dieciocho años, en una pequeña oficina de Roma, se firmó un documento ante notario, y desde entonces comenzó una historia que abarcó continentes, escuelas, pueblos, emergencias y vidas: la historia de FMSI. Una historia que sigue creciendo, con un sueño sencillo: normalizar lo que es un derecho.
Desde 2007, el mundo ha cambiado mucho. FMSI también ha cambiado: ha crecido y se ha renovado. Pero una cosa permanece inalterable: la convicción de que todos los menores tienen derecho a una infancia segura, a una educación de calidad y a la oportunidad de construir su propio futuro.
FMSI celebra una historia construida no solo sobre cifras, sino también sobre la colaboración y la comunidad. Una historia escrita junto con educadores, Hermanos Maristas, socios locales y donantes que han creído en el poder de la solidaridad.
A lo largo de estos años, la Fundación ha trabajado en contextos marcados por la guerra, la migración y la pobreza, apoyando escuelas, programas educativos e iniciativas de emergencia que han devuelto la dignidad y la esperanza a miles de niños, jóvenes y familias.
No solo solidaridad, sino participación genuina: cada proyecto se ha convertido en un espacio para la educación y los derechos, donde quienes se encuentran en situación de vulnerabilidad han podido alzar la voz.
Desde 2011, con estatus consultivo ante las Naciones Unidas, FMSI ha llevado esas voces a los lugares donde se elaboran las políticas. Mediante la incidencia política y el Examen Periódico Universal (EPU), niñas, niños y adolescentes han contribuido a la elaboración de recomendaciones para sus gobiernos.
Una muestra tangible de cómo la participación puede transformarse en un cambio real: nuevas leyes, campañas de sensibilización y una creciente cultura de derechos humanos compartidos. Cada logro es fruto del trabajo colectivo. FMSI nunca trabaja sola: colabora en red con organizaciones maristas y laicas, periodistas, instituciones y comunidades locales. Y lo hace gracias al apoyo constante de donantes que comparten la misma visión: un mundo más justo donde se pueda vivir plenamente la infancia.
Este camino está lleno de historias y rostros. Uno de los más entrañables es el del Padre Jude Pietersen, un Hermano Marista sudafricano y exdirector de FMSI quien, durante el apartheid, permitió a los estudiantes negros ir a las escuelas donde antes sólo iban los blancos. “Era lo más normal hacerlo”, dijo. “Si vivíamos juntos, ¿por qué teníamos que estudiar separados?».
Ese gesto sencillo sigue inspirando a FMSI: hacer que lo correcto sea algo normal.
Dieciocho años después, la Fundación mira al futuro con la misma energía que el primer día.
Con la solidez de su experiencia y la convicción de que cada paso, cada encuentro y cada proyecto pueden contribuir a construir un futuro donde los derechos no sean un privilegio sino una realidad cotidiana.
Compartir noticia
También te puede interesar...
Últimas noticias
Categorías









